El Retorno del Encapuchado

“El encapuchado observaba su cuaderno sin poder actuar.”

Andaba el encapuchado con su cuaderno sobre las rocas de un acantilado. Permanecía quieto y sombrío ante un paisaje verde. Su cuaderno, la herramienta de sus aventuras, lo mantenía cerrado desde hace mucho tiempo. Sabía que debía abrirlo y continuar la creación por la que fue encomendada pero se le dificultaba abrirlo. El sólo pensarlo parecía darle miedo. Mientras continuaba en su indecisión, un gnomo muy conocido por él se le acercó.


—¿Todavía no quieres abrirlo?— le preguntó el pequeño amigo.

—No creo poder abrirlo— dijo el encapuchado—creo haber perdido la capacidad para ello.

—Jamás se pierde una habilidad tan atada a tu alma—le dijo el gnomo acercándose a él— Sólo lo sepultas con tus temores e inseguridades.

       A continuación el encapuchado pareció no escucharlo y el gnomo lo empujó hacia el acantilado.

— Ya era momento de que te lanzaras al precipicio y demostraras tu razón de existir— dijo el gnomo mientras caminaba hasta perderse de vista.


      Cayéndose por el precipicio, el peligro pareció liberarlo de las cadenas de tedio y rutina que no le permitían abrirlo. Mientras caía, comenzó a sentir la vida y se llenó de alegría. Entonces abrió el cuaderno y antes de que su vida culminara en un trágico desenlace, el encapuchado se teletransportó hacia su nueva aventura.

Por Angel Yamil Ortiz Torres 2009 © #1

Publicado originalmente el 25 de junio del 2009

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